sábado, 5 de octubre de 2013

CUATRO COSAS HAY QUE NUNCA VUELVEN...

Dice un proverbio árabe: “Cuatro cosas hay que nunca vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada.” Qué razón.

Nunca volveremos a ser tan jóvenes como ahora mismo. Podemos intentar, como mucho, que el paso del tiempo no haga demasiado mella en nosotros pero la batalla contra el tic-tac-tic-tac… la tenemos perdida. Es un enemigo al que ninguno de nosotros ha conseguido nunca derrotar. 

¿Que nos queda entonces? Puesto que conocemos el inevitable final de nuestro paso por este mundo intentemos disfrutar del viaje, intentemos aprovechar las oportunidades que se nos presentan, arriesguémonos, amemos. Dicen que todo aquel que está dispuesto a amar debe estar dispuesto a sufrir, al desamor. Amar a alguien o a algo y estar preparado para el dolor. Yo creo que merece la pena arriesgarnos. Porque en este viaje, si no estamos dispuestos a amar ¿que nos queda? 




Winston Churchill dejó escrito: “Me he pasado la mitad de mi vida preocupándome por cosas que nunca me ocurrieron”. Esto es lo peor que nos puede ocurrir. Ser previsor es una buena virtud pero el exceso de previsión o cautela nos puede atenazar. 

¿Y si me ocurre esto…? ¿Y si me ocurre aquello…? ¿Y si me pierdo o me hago daño…? ¿Correr un maratón…? ¿Y si no acabo? ¿Y si en el kilómetro 30 me derrumbo? 
¿Correr en el monte...? ¿De noche? ¿Y si me pierdo? ¿Y si me caigo? ¿Y si me sale un animal? ¿Correr en la jungla…? ¿En desierto…? ¿En la Antártida…? ¿Para qué…?

¿Y si…? Este “y si” nos hace polvo.

Este mecanismo de defensa de nuestro organismo nos ha hecho perdurar a lo largo de los tiempos. En nuestros orígenes, esta previsión o anticipación de los hechos ha jugado a nuestro favor. En cualquier contienda, nos hacía presagiar el desenlace del enfrentamiento o las consecuencias de alguna situación determinada. Actuábamos en consecuencia, nos organizábamos y desarrollábamos conductas para solucionar el problema. Yo solo no puedo vencer a un mamut. Conozco el desenlace de un posible enfrentamiento. No obstante, debo comer, mi familia, mi tribu debe comer, no le puedo dejar marchar. ¿Qué puedo hacer? Atacar en equipo, llevarlo a una zona sin salida y arrojar rocas desde lo alto, clavarle unas lanzas y que su propio peso lo mate,…




En nuestra sociedad actual carecemos de esta incertidumbre. Vivimos en la más absoluta comodidad y confundimos felicidad con comodidad, con confort. Cada vez que pensamos en un futuro feliz nos vemos en una isla paradisiaca, de aguas cristalinas y a la sombra de una palmera, sin prisas, sin tensiones,… confort.

¿Y si la felicidad no va de eso? ¿Y si no tiene nada que ver con el confort? ¿Y si en la lucha está la felicidad, en la persecución de los sueños e incluso en la derrota? ¿Y si de vez en cuando tenemos que mandar a la porra este mecanismo de defensa y aventurarnos a lo desconocido? Superar la barrera de nuestro miedo, ir mas alla de nuestra zona de confort y plantarnos ante lo desconocido? Llevarnos al límite y ver qué ocurre.

Continúo con algunas citas que me gustan.

“Cualquier cosa que puedas hacer
o que creas que puedes hacer, comiénzala.
la osadía contiene poder y genio
y hasta magia en su interior”.
Johann Wolfgang Goethe

“El crédito va para el hombre que compite en la cancha, 
que se bate valientemente y quien, de última, si falla 
lo hace habiendo dado lo mejor de sí, 
de modo tal que su lugar 
no estará nunca con aquellas almas frías y tímidas 
que no conocen ni la victoria ni la derrota."

Theodore Roosevelt

“Debemos tener presente que lo trágico en la vida no radica en no alcanzar nuestras metas. Lo trágico es no tener metas que alcanzar. No es una calamidad morir con sueños irrealizados, lo calamitoso es no soñar. No el fracaso sino las aspiraciones pobres son pecado.”
Benjamín Mays

Algunas personas, sin mala intención, lo sé, me suelen recordar cuando voy o vuelvo de mis carreras aquello de… ¡no olvides que eres padre de dos niños y marido de… e hijo de…! Tienes que pensar en ellos. Yo les suelo responder con un simple…¡ya, lo sé! Yo me pregunto: ¡acaso uno puede olvidarse de algo así?


Dentro de unos años, (espero que muchos) cuando hable con mis hijos le diré: “Hice lo que hice porque no tenia miedo. Ahora que no puedo correr, miro al pasado y sonrio, no por mis logros sino simplemente porque luché por mis sueños, y vosotros corristeis conmigo por lugares mágicos”

Vuelvo a citar el proverbio árabe pero haciendo hincapié en el final: “Cuatro cosas hay que nunca vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, pero sobre todo… un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada.






1 comentario: