Llevo mucho tiempo sin escribir en el blog, desde el 9 de diciembre del año pasado concretamente.
Me siento delante del teclado y pulso las teclas con inseguridad.
Mi mujer me ha pedido que escriba algo. Que escriba sobre cómo me siento, que hable un poco de lo que nos ha ocurrido. El blog siempre me ha servido de terapia. El teclado muchas veces me ayuda a exteriorizar mis sentimientos, porque a menudo me resulta difícil hacerlo verbalmente. Laura me dice que lo saque afuera. Así que allá voy.
Mis palabras no van dirigidas a que el lector vierta más lágrimas de las necesarias. No quiero que sea un post lacrimógeno. No quiero ahondar en la tristeza. Porque él era alegre y ningún recuerdo que tengo de él es triste. Porque una vez leí que no todas lágrimas tienen que ser amargas. Espero que durante el post derraméis alguna lágrima esbozando una sonrisa…
Un buen amigo nos dejó el viernes pasado, Dani. Su corazón dijo “basta” a los 54 años. Así, de repente, sin previo aviso. Fulminante. Su inesperado fallecimiento ha sumergido a nuestra ikastola en un pozo profundo. Conmoción, shock, incredulidad, atontamiento... Son estados por los que hemos pasado todos nosotros los últimos días. Su adiós ha dejado patas arriba nuestro centro. No han sido días fáciles…
¿Cómo una persona puede generar semejante terremoto?
(Escribo y borro. Escribo y borro. Tengo los dedos oxidados y la mente lenta.)
La respuesta es sencilla. Porque su luz era tan brillante que llegaba al corazón de todos nosotros. Los que hemos tenido la suerte de compartir el día a día con él somos conscientes de la huella que ha dejado en todos nosotros.
Alegre. Muy buena persona. Conciliador. Dialogante. Muy buen profesor. Con un gran sentido del humor. Siempre le recordaré con una ligera sonrisa. Cualquiera que lo haya conocido os lo puede confirmar.
Desde que se fue, no ha sido fácil el día a día en la ikastola. Intentamos recuperar la normalidad, poco a poco, lentamente. Toda la familia “San Fidel” vamos reuniendo fuerzas para tirar para adelante. Los alumnos le echan de menos. Han estado rotos. El lunes pasado fue un día durísimo. Mucho dolor.
Me siento en la sala de profesores y aun le veo a mi lado o entrando por la puerta. Sus cosas siguen estando al lado de las mías. Sus apuntes, su letra… No me he atrevido a quitarlas. Probablemente mañana lo haré. Dejaré espacio. No obstante, nunca se irá de mi lado.
Sonreiré porque su legado no es de tristeza sino de alegría.
En el plano personal, pierdo a un gran amigo. Casi 18 años sentado al lado de una persona dan para forjar una sólida amistad. Incontables conversaciones, tantas reflexiones sobre la vida o sobre nuestro trabajo, la educación (no solo la enseñanza…), algunos desacuerdos, discusiones contadas, grandes experiencias juntos…
Y risas. Muchas risas.
¡Cuantas veces nos hemos propuesto cambiar el ambiente de alrededor! A veces, cuando había demasiado silencio en la sala de profesores o simplemente nos aburríamos, nos metíamos el uno con el otro o decidíamos meternos con un tercero con el fin de que los demás se rieran y pasar un buen rato. Aunque muchas veces él solo se bastaba para generar risas y alboroto con un simple comentario. Sí, así era Dani. ¡La de tonterías que decíamos para alegrar el ambiente! Me vienen a la cabeza una catarata de momentos, de situaciones… y no puedo darles salida a todas.
En el plano profesional, la ikastola pierde a un extraordinario profesor. Y los alumnos pierden a un profesor que nunca olvidarán.
El día del funeral viví una situación muy emocionante. Cuando salimos al exterior me quede abrumado de la cantidad de gente, de ex alumnos que habían acudido a rendirle un último adiós. ¡Fue algo impresionante! Muchísimos ex alumnos se me acercaron buscando consuelo; buscando, entre lágrimas, el calor de un abrazo. No daba abasto. Comprendí que el poso que había dejado Dani en todos ellos era enorme. Me pareció una muestra de amor increíble. El se había quedado en los corazones de todos ellos para siempre y seguro que de muchos más que ese día no pudieron acudir. Como profesor, educador o simplemente como persona, es lo más grande que puedes conseguir.
Y mientras abrazaba a la gente pensaba en él y le decía: “Dani, aquí están. Aquí los tienes. Lo has conseguido,”
¡Cuantas veces nos hemos propuesto cambiar el ambiente de alrededor! A veces, cuando había demasiado silencio en la sala de profesores o simplemente nos aburríamos, nos metíamos el uno con el otro o decidíamos meternos con un tercero con el fin de que los demás se rieran y pasar un buen rato. Aunque muchas veces él solo se bastaba para generar risas y alboroto con un simple comentario. Sí, así era Dani. ¡La de tonterías que decíamos para alegrar el ambiente! Me vienen a la cabeza una catarata de momentos, de situaciones… y no puedo darles salida a todas.
En el plano profesional, la ikastola pierde a un extraordinario profesor. Y los alumnos pierden a un profesor que nunca olvidarán.
El día del funeral viví una situación muy emocionante. Cuando salimos al exterior me quede abrumado de la cantidad de gente, de ex alumnos que habían acudido a rendirle un último adiós. ¡Fue algo impresionante! Muchísimos ex alumnos se me acercaron buscando consuelo; buscando, entre lágrimas, el calor de un abrazo. No daba abasto. Comprendí que el poso que había dejado Dani en todos ellos era enorme. Me pareció una muestra de amor increíble. El se había quedado en los corazones de todos ellos para siempre y seguro que de muchos más que ese día no pudieron acudir. Como profesor, educador o simplemente como persona, es lo más grande que puedes conseguir.
Y mientras abrazaba a la gente pensaba en él y le decía: “Dani, aquí están. Aquí los tienes. Lo has conseguido,”
Nuestro barco sigue navegando con una tripulación que nunca te olvidará. Navegando porque tú así lo querrías. Échanos un vistazo de vez en cuando desde ahí arriba.
A tu familia, dales fuerza. Les queda un largo y duro camino por recorrer. Lo más duro les queda por vivir, el día a día. Y digo esto porque yo lo he vivido. Nosotros estaremos a su lado todo lo que podamos. Ya lo sabes.
No quiero alargarme más.
Gracias Dani. Gracias por todo lo que me has dado. Gracias por todos estos años, por todos los buenos momentos.