domingo, 17 de febrero de 2013

39... Y SIN ARRUGAS EN EL ALMA

Pues, sí… ¡he llegado a los 39! No… 39 carreras no… ¡39 AÑOS!

¿Alguien sabe dónde están los últimos 15 años? ¿Alguien los ha visto? Creo que todos los que andamos por estos años, más o menos, nos hacemos las mismas preguntas. En mi entorno las bromas no han cesado desde que el jueves pasado llegué a los 39. ¡Te estás haciendo viejo…! ¡Ya tienes casi 40…! , etc.

La verdad es que al tema de la edad nunca le he prestado demasiada atención. En ocasiones escucho aquello de… ¡la crisis de los 40! o ¡de los 50! Sobre los 50 no puedo hablar (aún…) pero los 40 están a la vuelta de la esquina. Pero lo repito, ¡es que me da igual!

Me suele llamar mucho la atención las personas que se quejan de la edad que tienen o que miran con nostalgia a edades pasadas. ¡Quién pudiera volver a los 20 años! me comentan algunos. Y yo pienso… pues… ¡sí y no! Mi cuerpo era distinto al de ahora. Tenía más pelo, mi cara estaba más rellenita, no tenía arrugas, unas piernas delgaditas pero muy explosivas y un tren superior musculado por todos mis años de jugador de baloncesto. Ahora no… 




Ahora después de jugar 20 minutos a baloncesto me molesta la zona lumbar después de tanto salto. Ahora veo a los alumnos jugar a futbol, baloncesto,… y pienso: ¡qué rápidos son! Antes me parecían todos muy lentos, como si se moviesen a cámara lenta. Sí, a los 20 nuestro cuerpo es una maquina casi perfecta. Pero, ¿qué hay de nuestro cerebro? 

Recuerdo esa edad como un periodo de nuevas emociones, aventura y espontaneidad, pero también de dudas, miedos e inseguridades. Cuando eres joven y subes al ring a luchar contra la vida, subes con ciertas dudas. Cuando el juez del combate te llama al centro del cuadrilátero para dar inicio a la pelea y nos encontramos a la vida en frente, miramos hacia abajo, agachamos la cabeza porque nos impone respeto y nos da miedo enfrentarnos a ella. 

Hoy en día mi cuerpo es distinto al de antaño. Piernas más musculadas de correr tanto en el monte, tren superior delgadito, menos pelo, menos explosivo pero mucho más resistente… pero mi mente también es distinta. Mis miedos han desaparecido, los que atañen a mi persona. Tengo otro tipo de miedos y dudas, más relacionados con mi familia. Tengo miedo a perder lo que tengo y me pregunto qué futuro les espera a mis hijos. Miedo por los demás, pero no por mí. Cuando uno se hace mayor la fuerza del cuerpo va dejando paso a la fuerza de la mente. Yo me siento ahora mismo en disposición de pelear con la vida, de subirme al ring, mirarle a los ojos a mi adversario y no apartar la mirada. Respeto sí pero miedo ninguno. Algunos me preguntan: Julen. ¿No te da miedo ir a correr a los sitios a los que vas y en las condiciones en que lo haces?... NO. Confío en mi cuerpo, en mi mente y en mi corazón. (Me ha venido a la mente el combate entre Mohamed Ali y George Foreman. El mejor combate de la historia del boxeo, según algunos, se celebró en Kinshasa (Zaire) en 1974. Foreman, un gigante con una pegada demoledora, defendía título ante un Ali que ya no era el de antes. Ya no volaba como una mariposa ni picaba como una abeja. Aquel épico combate lo ganó Ali, no por su fortaleza física ni la potencia de sus golpes sino por su inteligencia pero sobre todo por su alma. Aunque el combate llegó al octavo asalto, la victoria se fraguó mucho antes… Foreman cayó como un árbol ante la leyenda.) 




La ilusión de aquel chaval de 20 años sigue en mí. Miro hacia adelante y siento que no tengo tiempo para llevar a cabo todo lo que quiero, me falta tiempo. Otra de las preguntas que me hacen: ¿Después de correr donde has corrido, qué te queda? Mi asombro es total ante esta pregunta, ¡madre mía, pero si acabo de empezar! les respondo. No debemos mirar al pasado demasiado, sino es para aprender de nuestros errores. Que envejezca nuestro cuerpo si quiere pero no nuestra alma, nuestro espíritu. Recordad que la juventud no es un periodo de la vida, sino un espíritu imperecedero, que si lo alimentamos con aventura, emociones e ilusiones se convertirá en un sentimiento inmortal.

Quiero terminar el post con una cita/discurso de 1945 del General norteamericano Douglas Mac Arthur .

“La juventud no es un período de la vida. 
Es un estado del espíritu, 
Es el producto de la voluntad. 
Una cualidad de la imaginación y una intensidad emotiva, 
es la victoria del coraje sobre la timidez, 
de la aventura sobre el confort. 

No se envejece por haber vivido una cantidad de años, 
se envejece por haber desertado de un ideal. 
Los años arrugan la piel, 
pero renunciar a un ideal arruga el alma. 
Las preocupaciones, las dudas, los temores y la falta de esperanza, 
son los enemigos que lentamente nos hacen inclinarnos hacia la tierra 
y convertirnos en polvo antes de la muerte. 

Joven es aquel que se asombra y se maravilla. 
El que se pregunta como un chico insaciable ¿y después? 
El que desafía los acontecimientos 
y encuentra alegría en el juego de la vida. 

Uno es tan joven como su fe 
y tan viejo como su duda. 
Tan joven como su confianza en sí mismo, como su esperanza 
y tan viejo como su abatimiento. 

Se continúa siendo joven en tanto que se es receptivo. 
Receptivo a algo que es bello y grande. 
Receptivo a los mensajes de la naturaleza, 
del hombre y del infinito. 

Si alguna vez tu corazón, 
es mordido por el pesimismo, 
o carcomido por el cinismo, 
quiera Dios tener piedad de tu alma vieja”. 






2 comentarios:

  1. No te preocupes Julen. yo voy ya camino de los 46, y me siento como tu narras aquí en todos los sentidos.

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