lunes, 7 de enero de 2013

COMO DIJO LAO-TSE...

Después de acompañar a mi hijo Unai a la parada del bus de la ikastola y resolver un problemilla con la aseguradora del coche, me he dirigido a casa con paso rápido. 

He abierto el cajón, he sacado las mallas largas (sí, hoy va a hacer frio), ¿camiseta térmica de manga larga o corta…? Llevaré larga por si acaso, total iré despacio, ¿me hará falta Buff? No…

Cierro la puerta del garaje, me monto en la bici,… ¡Un momento! ¡No he activado el GPS! Me paro, GPS Searching… ¡ya está! Me vuelvo a montar… ¡y allá vamos!

Hoy primer entrenamiento post Antártida. El periodo de descanso se me ha alargado más de lo deseado, por motivos laborables/familiares. ¡Qué le vas a hacer, cuando no se puede, no se puede! Pero hoy, después de todas las fiestas navideñas, he podido coger la bici. Ya tenía ganas ya de volver al monte.

El primer entrenamiento de la temporada suele ser curioso. ¿Cómo me encontraré? ¿Habré perdido mucho?... No soy una persona a la que la inactividad le pase factura en forma de aumento de tejido adiposo, más bien, suelo notar más esa falta de ejercicio en la perdida de tono muscular. Me toco él cuádriceps y el dedo se hunde más que de costumbre, parece más blando.

Bueno, empiezo ansioso encima de la bici. Hoy realizaré el recorrido de siempre, 90 minutos por el monte. He decidido, en este inicio de temporada, dar prioridad al entrenamiento en bici, porque dentro de unos meses ya me aburriré de correr horas y horas. Ahora, cambio de chip, ir cogiendo la forma poco a poco, sin cargar articulaciones. Pero ya al de 30 minutos, compruebo que las sensaciones que tengo no son las que yo recuerdo, es decir, la última vez que pase por aquí en bici mi cuerpo era otro y ahora parece que alguien me está agarrando por la espalda o que la bici pesa más. Pero no.

He empezado con ritmo alegre, como la última vez (¡error!), pero mi organismo me ha mandado un mensaje claro que venía a decir algo como… ¡a dónde vamos! o. ¡tú que te crees! Las cuestas de siempre parecían más empinadas, más largas. La frecuencia cardíaca se dispara y uno nota ese sabor ácido, biliar que tenía ya olvidado. Parece mentira que la última vez que hice ejercicio corriese 13 horas. Llego a casa y tengo la sensación de haber entrenado 3 horas. Mi mente iba a un ritmo y mi cuerpo a otro, el segundo no podía seguir al primero.

Después de toda una vida haciendo deporte uno se familiariza con estas sensaciones. Sabe que son propias de esta fase de preparación y pronto desaparecerán. En muchas ocasiones, mientras entreno, se me ocurren los temas para escribir en el blog. Pero esto ocurre cuando uno se encuentra bien entrenado, con un organismo bien adaptado al esfuerzo y disfruta de lo que ve y siente. En estas situaciones de armonía la mente se evade del entorno y reflexiona, se sumerge en los sentimientos… y al de poco dices ¡hoy escribiré acerca de esto!






Hoy ha sido un entreno mediocre pero aun así estoy contento. Estoy contento porque vuelvo a hacer lo que me gusta; lo necesitaba a nivel físico y mental y aunque no haya sido el mejor entrenamiento que haya hecho en mi vida, es el primer paso de mi futura aventura. Aquello que ahora veo tan lejos, poco a poco se irá acercando y más me vale estar preparado cuando llegue. 

En casa, ya en la ducha, sonreía recordando las palabras de Lao-Tse: “Un viaje de mil millas comienza con el primer paso”.


Mañana el segundo paso…


Un fuerte abrazo a tod@s los que me leeis. Os deseo un feliz 2013. Que cumpláis vuestros sueños, os deseo todo el coraje para intentarlo. Nunca dejéis de soñar. 




2 comentarios:

  1. Venga Julen!!! Hace muchos muchos años (hablo ya como un viejo) Yo ya entrenaba, y me preguntaban ¿para que entrenas? yo les respondia, "no sé", pero en el futuro lo sabré"...

    ResponderEliminar
  2. Tienes razón. Hay que sembrar para poder recoger. Lo de "viejo" no estoy de acuerdo...

    ResponderEliminar