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lunes, 1 de julio de 2013

LA MANZANA DE BLANCA NIEVES

A principios de semana nos hicimos eco de un nuevo caso de doping, el de la triatleta Virginia Berasategui. Desgraciadamente, a uno ya no le coge de sorpresa este tipo de noticias.

En su día hablé del dopaje genético, más tarde toqué el caso Armstrong (por cierto, esta semana National Geographic ha emitido un documental del caso Armstrong realmente bueno… y terrible, también). Hoy me toca hablar de nuevo de este tema, el del doping.

Quiero centrarme en el caso de Virginia Berasategui. No es mi intención ensañarme con ella, ni “hacer sangre” aprovechándome de su vulnerabilidad. Durante estos días he estado siguiendo los comentarios que hacia la gente sobre el tema y creo no es necesario que yo añada nada. El sentimiento de decepción y dolor ha sido palpable, la gente se ha sentido engañada. Ha habido algunos que, incluso reconociendo el pecado de la deportista, han valorado positivamente su comparecencia pública, considerando que hace falta valor para sentarse delante de los periodistas y dar explicaciones. Comentarios de todo tipo, casi todos o la gran mayoría condenando lo ocurrido, criticando duramente a la deportista aunque también los ha habido del tipo… “es que en el deporte de elite todos van dopados…”, “este último escándalo no empaña tu trayectoria deportiva…”, “seguro que lo del triatlón de Bilbao ha sido un caso puntual“ o “si quieres ganar tienes que meterte lo que sea…”. En fin… Podríamos hablar largo y tendido de todos estos asuntos. Cada uno de vosotros tendréis vuestra opinión, como yo la mía.




Hoy quiero centrarme en un pequeño asunto dentro de todo lo ocurrido. El Triatlón de Bilbao iba a ser (y ahora seguro que lo habrá sido) la última prueba que disputaría la deportista antes de su retirada. La prueba estaba destinada a ser el colofón, el broche de oro a una magnifica carrera en la élite del triatlón de una de las mejores deportistas vascas que ha habido. Correr la última prueba en casa, por las calles de tu ciudad, con el calor de los tuyos,… ¡debe de ser algo emocionante! Para ello, Virginia comentaba durante su comparecencia ante los medios, que durante este último año no se sentía bien, que su cuerpo no respondía como antes, que su cuerpo comenzaba a notar el castigo de tantos años de dedicación al deporte profesional e insinuaba con esto que… Podemos deducir, como mínimo, que no se sentía con confianza para ganar y que mordió la manzana envenenada, igual que Blanca Nieves, con la diferencia que ésta última no sabía lo que hacía (o eso es lo que nos han contado).


Si partimos del supuesto que la deportista era la primera vez que mordía la manzana del doping, no tengo otro sentimiento más que el de pena. Pena, porque su idea para despedirse del deporte era únicamente mediante la victoria; pena, por no ser consciente realmente (me imagino) del sentimiento que despertaba en su gente, en los que la seguían, en los que la admiraban. Muchos y magníficos deportistas (Michael Jordan, Michael Johnson, Haile Gebrselassie en los 10000 m., etc.), han puesto punto y final a sus carreras deportivas en la élite de una disciplina sin una victoria en una carrera, o sin ganar el partido o sin conseguir un 10 de los jueces, por decir algo. No les hacía falta, simplemente que participaran era suficiente. Nadie esperaba que ganasen o que metiesen muchos goles o puntos, eran queridos igual. Su única presencia llenaba de alegría a los presentes. Esas humildes despedidas, sin grandes alardes les hacían aún más grandes, los volvían a convertir en humanos.

Pero Virginia, tú querías poner el punto final con una victoria que hiciese pensar a la gente que te retirabas aun estando capacitada para estar ahí arriba. Es probable que todavía lo estés pero ni tú confiabas plenamente en ti. En mi humilde opinión, aquí te has equivocado. Yo creo que si hubieses entrado en el vigésimo lugar, la gente te hubiese admirado de la misma manera. Hubieses recibido los mismos aplausos, hubieses sentido la admiración de la gente. ¡Ya no te cuento si hubieses tenido el detalle de entrar con una corredora popular de la mano, o con un niño o con una niña que comienza su andadura en el triatlón! 

En muchas ocasiones, el cómo es más importante que el qué. Esta era una de ellas. Todo esto no ha hecho otra cosa más que aumentar, más si cabe, la desconfianza de la gente sobre el deporte profesional y sus prácticas. Ahora te toca vivir una larga penitencia. 

Para terminar, desgraciadamente, las manzanas de la bruja también se venden y se consumen en el deporte popular. De esto también hablaremos algún día. 

Por cierto, Armstrong ha comentado que “es imposible ganar el Tour sin doparse”. Viene a decir algo como: “Vosotros queríais que ganase y para ello no tenía otro remedio que doparme. Casi, casi… es vuestra culpa”. Probablemente, Sr. Armstrong sin EPO sea imposible rodar a 50 km/h durante 20 días, pero ¿a quién le importa? Pues rueden ustedes a 40 km/h. A mí me da igual que el record de los 100m. esté en 10.00 segundos y no en 9.58 si todo el mundo va limpio. Es que los patrocinadores… ¡Aquí está el problema de todo!

jueves, 23 de febrero de 2012

DOPAJE GENÉTICO

Tema peliagudo el que viene a continuación.


Hace cosa de un mes tuve la oportunidad de ver en el canal Odisea un documental acerca del dopaje genético. Los datos y la información que se daban era escalofriante. Venía a decir que el dopaje tradicional (EPO, hormona de crecimiento, testosterona, etc.) tenía los días contados y que el futuro, o quizás ya es presente, era el dopaje genético, es decir, deportistas genéticamente modificados. El dopaje genético consiste en la introducción de genes artificiales en el cuerpo humano para mejorar el rendimiento del deportista. Estos genes son manipulados previamente en el laboratorio para producir un crecimiento exponencial de las capacidades del deportista. Este tipo de dopaje permite desde la potenciación muscular al aumento de la resistencia física, pasando por el crecimiento de la fabricación natural de EPO.


El dopaje genético nace como extensión del propio tratamiento genético, ideado para tratar de paliar enfermedades programadas en el ADN. Sin embargo, este tipo de técnicas conlleva un riesgo enorme, ya que sus consecuencias son, en muchos casos, desconocidas.


El documental explicaba que, aunque todavía es una técnica en fase experimental, en los Juegos Olímpicos de Rio De Janeiro podremos ver deportivas tratados genéticamente. Otro dato preocupante era que el 50% de los deportistas de elite encuestados estaban dispuestos a doparse si con ello se aseguraban una medalla de oro, aun sabiendo que en controles posteriores podían ser “cazados”. Que cada uno saque sus propias conclusiones.


Esto en cuanto al deporte de alto nivel pero el deporte popular tampoco está exento de polémica. A finales del año pasado el Gobierno Vasco realizó unos controles de carácter muy general y sin profundizar demasiado (es decir, que no fueron a pillar) en algunas competiciones no federadas (carreras populares, por ejemplo) se encontró con unos resultados inesperados. “Disparamos con una carabina de feria contra rinocerontes, pero aún así cazamos y nos encontramos con datos muy preocupantes”. señaló el director de Deportes del Gobierno vasco.


Y ¿qué podemos decir de nuestro deporte? ¿Existe el doping en el mundo de la montaña? Me gustaría que los lectores de este blog dieran su opinión. ¿Los corredores de montaña coquetean también con sustancias prohibidas? Si la respuesta es positiva no hace falta seguir leyendo el post. Si la respuesta es negativa… ¿cuánto tiempo tardaremos en ver los primeros casos? ¿De que dependerá la aparición del doping en nuestro deporte? Yo creo que el dinero y la televisión juegan un papel muy importante en este asunto. Me explico.


A día de hoy ganar un ultratrail o carrera por etapas importante del panorama internacional no creo que te solucione la vida. La mayoría de los ultras no otorgan dinero al vencedor (UTMB, Western States por ejemplo) y en las carreras por etapas (Maratón Des Sables, Transalpine Run, etc.) el dinero que percibe el ganador no es nada del otro mundo. El prestigio y reconocimiento que otorga el ganar o realizar un buen papel en este tipo de carreras es suficiente (no se si Kilian, Miguel Heras, Iker Karrera, Zigor Iturrieta, Oihana Kortazar, Ryan Sandes, etc. estarán de acuerdo conmigo). No creo que ninguno de estos grandes corredores viva exclusivamente de los ingresos proporcionados por ganar carreras (quizás Kilian?, no sé). Pero ¿qué ocurriría si una multinacional decidiese apostar por estas carreras y otorga la cantidad de 1 millón de euros para los primeros clasificados? O si el trail running se convirtiese en disciplina olímpica con las correspondientes medallas? Yo creo que el panorama desgraciadamente cambiaría. ¿Alguno se sentiría tentado en cruzar la línea de lo legal y probar cosas nuevas? Mi corazón me dice que nó, pero no sé. (Me ha venido a la cabeza un anécdota ocurrida no se si en la Western States o en el UTMB de hace dos años, que algún corredor yankee insinuó algo acerca de los corredores europeos y el doping. Creo que la respuesta de Kilian fue algo como…: “venid a entrenar con nosotros, ved como lo hacemos y ¡dejaos de chorradas!, es decir, ¡entrenad menos volumen y mas desnivel!)


Luego está el tema de la televisión. La repercusión de las carreras de montaña en los medios es nula. Madrid, Barca, Messi, Cristiano,… y punto pelota. Kilian ha recibido últimamente algo de atención por medio de los algunos medios nacionales pero poca cosa. ¿Qué ocurriría si los informativos dedicasen más tiempo a nuestros deportistas de montaña? A ver qué os parece esta sucesión de acontecimientos: los mejores corredores del mundo comienzan a aparecer en la tele con cierta asiduidad, alguna multinacional ve un filón en el tema y decide soltar pasta; estos corredores siguen ganando y se hacen aun más conocidos, uno hace un anuncio de Coca-Cola y el otro de Rolex o Mercedes, los premios aumentan, la competitividad aumenta y en busca del oro alguno cae en la tentación de probar alguna sustancia extraña u opta por el dopaje genético! Dios mió, se me ha ido la cabeza, ¡por Dios que no ocurra algo así!




Llamadme ingenuo, romántico o lo que queráis pero no quiero que el dinero se apodere de nuestro deporte. En cierta manera me gusta la poca atención que genera nuestro deporte, nos lo hace más nuestro, más íntimo, menos contaminado. Me quito el sombrero ante deportistas como Miguel Heras, Zigor Iturrieta, Oihana Kortazar o Iker Karrera (por poner algunos ejemplos) que después de atender a sus obligaciones laborales y familiares sacan tiempo para entrenar duro y estar al nivel que están. Tener que hacer malabarismos todos los días para conseguir sus metas demuestra una voluntad enorme. Les hacen más humanos, más cercanos, más admirables, más respetados. Este semi-profesionalismo nos permite a todos los demás compartir algunos momentos con ellos en la línea de salida de algunas pruebas. ¿En que otro deporte ocurre lo mismo? Por poner un ejemplo más cercano… ¿quién ha podido charlar tranquilamente con Haile Gebreselassie en la línea de salida? Algunos pocos.


Para terminar, no me gustaría que los tentáculos del mercantilismo y la competitividad alcanzasen a nuestra montaña. Desgraciadamente, creo que el alpinismo ya está un poco contagiado de esta enfermedad y no me gustaría que esto ocurriese con el trail running.


¿Qué opináis?