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jueves, 6 de febrero de 2014

LO QUE ME ILUSIONA ES LO QUE ESTÁ POR VENIR

“Lo que ya pasó está terminado. Lo que me ilusiona es lo que está por venir” Hoy, mientras corría, pensaba en estas palabras de Emil Zatopek




Hoy no ha sido mi mejor entrenamiento, eso seguro. El sábado comencé con la planificación, diseñada por mi entrenador Luis Toribio, de cara a la carrera que correré en agosto en Islandia. Aunque no será la única, si será el objetivo principal del año. Aunque llevo un par de meses entrenando un poco a mi “bola”, por sensaciones y haciendo lo que me apetece según el día, tocaba ya ponerse las pilas y prestarle atención a la frecuencia cardiaca y al ritmo que marca el Suunto. Luis me ha diseñado el plan y… ¡en marcha!

Las primeras dos semanas me suele costar adaptarme al plan y eso que ya estoy familiarizado con los tipos de entrenamientos que realizaré. Luis y yo llevamos 2 años trabajando juntos, este será el tercero. Pero bueno, volver a coger la rutina diaria de entrenamientos cuesta un poquito. Vienes de entrenar por sensaciones, crees que estas más fino de lo que realmente estás, te marcan un entrenamiento con algo de ritmo y… piensas: ¡Madre mía, que largo se me está haciendo el entreno! Luego, al de poco, el cuerpo se adapta a la disciplina y la rutina de trabajo y al de un mes ya ni te enteras.

Como he comentado hoy no ha sido un gran entrenamiento. Antes de empezar ya presagiaba que no iba a ser un buen día, las sensaciones no eran buenas. Piernas cansadas del entreno de ayer, un desayuno mediocre, sensación de hambre antes de comenzar, pocas ganas de correr… señales que uno va conociendo con los años. Aun así ¡a entrenar, que es lo que toca!

En días como los de hoy, es importante calzarte las zapatillas y salir a correr. Vencer a la pereza, aun sabiendo que posiblemente no cumplas con los parámetros establecidos para la sesión del día. En muchas ocasiones, con sensaciones similares, he salido a correr y al de 5 minutos he sentido cómo el cuerpo despertaba, la mente se reajustaba y al final terminaba siendo un buen entreno, mucho mejor de lo esperado y terminas volviendo a casa satisfecho por esa victoria contra uno mismo.

La pereza es un enemigo que a medida que te enfrentas a él va perdiendo fuerza. Los primeros enfrentamientos son duros, el cuerpo está cansado de un entrenamiento anterior, todavía no está recuperado del todo, quiere descansar un poco más pero tú sabes que tienes que entrenar, sabes que todo esto es parte del proceso de mejora. Aun así, el organismo envía como último recurso a un soldado llamado pereza, por si te hace flaquear. Después de unos días de enfrentamiento, el soldado va perdiendo fuerza, el cuerpo va asimilando la carga de entrenamientos y salir a correr no está tan mal. Al de unas semanas, ya metido del todo en la planificación, la pereza no aparece por la zona de combate, ya sabe que no tiene nada que hacer. De todos modos, nunca hay que bajar la guardia porque el día menos pensado, aparece por sorpresa y te deja tumbado en el sofá.




Pues no… hoy no ha sido ese día que termina siendo bueno. El entrenamiento ha empezado mal, al de 5 minutos seguía mal, al de 30 minutos seguía sin disfrutar y lo he terminado mal. A los parámetros ni caso, sabía que en la primera cuesta iba a tener ganas de dejarlo pero he seguido, a otro ritmo, corriendo algo en llano y trotando cuesta arriba, mal, mal… pero siempre hay que terminar un entreno, sea la ritmo que sea, aunque sea andando. 

Raras veces he abandonado un entrenamiento. Ha tenido que ser un motivo realmente importante, no lo recuerdo. Alguno podrá pensar… ¡mejor dejarlo antes de arrastrarse y no cumplir con los ritmos del día…! ¡Pues no! Es importante terminar, familiarizarse con las malas sensaciones, El cuerpo no siempre responde como nosotros queremos ni está al 100% el día que deseamos. Durante las carreras por etapas que yo corro, hay días fantásticos en los que crees que vas volando y otros en los que no puedes ni levantar las rodillas. Días que empiezan bien y terminan mal y viceversa.

Hay que estar preparado para todo y comprobar cómo reacciona el organismo cuando le exigimos un esfuerzo contra su voluntad. Comenzar una etapa con malas sensaciones pero sabiendo que no solo hay que comenzarla sino también terminarla. ¿O nos quedamos sin correr por malas sensaciones?

Retomando el hilo por tercera o cuarta vez… (desde luego como me distraigo con otros temas) ya que no iba a ser un buen día, me lo he tomado con tranquilidad y he estado pensando en las palabras del corredor de la antigua Checoslovaquia. Bueno, conociéndome, habré empezado pensando en esa frase y habré terminado pensando en… 

Estoy de acuerdo con Zatopek. Lo pasado pasado está. Debemos ser capaces de ilusionarnos con futuros retos. Mirar al pasado para aprender de él, de sacar conclusiones de una buena o mala experiencia para poder aplicar lo aprendido en el presente o en situaciones futuras. Miro al pasado y veo que he corrido carreras fantásticas en lugares maravillosos pero siento que todavía no es suficiente para mí. Quiero más, siento que no tendré tiempo de correr todas las carreras que quiero, me falta tiempo. A veces pienso hasta que edad seré capaz de correr, 50, 60, 70… Bueno, este año cumplo cuarenta. Me parece una anécdota. Si puedo llegar como corredor a los 70, tengo 30 años por delante. Ese será mi objetivo, llegar a los 65-70, como Marco Olmo, y continuar corriendo.






¿Me dará tiempo en 25-30 años a correr todo lo que quiero? Si, lo que me ilusiona es lo que está por venir...

Para terminar, he empezado el post con una frase y voy a terminar con otra. Después del entreno de hoy, he pensado… ¡mañana será otro día! He recordado una frase de Kilian Jornet: “…yo siempre digo que la montaña más bonita es la que vas a escalar mañana” Yo también pienso que el mejor entrenamiento será el de mañana.