viernes, 21 de septiembre de 2012

VELAS QUE SE ENCIENDEN, VELAS QUE SE APAGAN

Perdonad mi demora. Llevo varios días sin escribir en el blog. Han sido días bastante ajetreados, fruto del nacimiento de mi segundo hijo, Ander. Aunque a mi cabeza acudían ideas para la próxima entrada, no encontraba un hueco, un momento para sentarme delante del ordenador y reflexionar y transmitiros lo que siento.

He tenido la gran suerte de ser testigo (al igual que con mi primer hijo, Unai) del momento del nacimiento de mi segundo hijo. Es un momento difícil de explicar. Son instantes en los que los sentimientos se agolpan, se acumulan. La tensión se dispara porque dentro de ti sabes que es un momento único, un momento delicado. Uno entra en una especie de trance, se aísla de todo y solo se centra en ese ser que va a ver la luz, en esa vela que se va a encender. La madre naturaleza, en su versión más pura se hace presente y nos presenta a uno de sus hijos de una manera cruda, ancestral, de una manera que nos hace recordar lo animales que somos, aunque lo hayamos olvidado. Son momentos en los que el tiempo se detiene, en los que no queda más que ser espectador, espectador del milagro de la vida. 



La luz de Ander se ha encendido. Aún es una luz frágil pero a nosotros nos ha iluminado por completo. Nosotros estaremos ahí para darle fuerza, para que esa lucecita se convierta en un vela deslumbrante, al igual que lo hacemos con su hermano Unai. 

Pero la vida también se encarga de apagar velas.

Hoy mismo me han dado la noticia de la muerte de una persona muy apreciada. Hay personas que las conoces de toda la vida y aunque no son familiares, las consideras como tales. Después de una larga enfermedad, hoy, la vida, ha considerado oportuno cerrarle los ojos para siempre. La luz de esa vela se ha apagado, ha alumbrado a lo largo de muchos años a los de alrededor, los ha hecho felices.


Unos llegan, otros se van. Pero el teatro de la vida continúa. Con el nacimiento de Ander y la muerte de esta persona querida, uno comprende lo efímero de nuestra vida. Estamos aquí de paso, se nos ha dado un tiempo y a nosotros nos toca decidir que hacer con ese tiempo que se nos ha concedido. Amar, reír, llorar, comprender… vivir. Una vez leí que la vida es generosa con uno en las primeras etapas de la misma y cuando digo generosa no me refiero a riquezas materiales. Pero luego comienza a quitarle a uno todo lo que le ha dado. Primero te lo da y luego te lo va quitando. Al final, la vela se apaga y uno se encuentra del mismo modo que cuando vio la luz por primera vez, pero con la carrocería deteriorada. Solo le queda su interior, no los órganos, sino su alma, lo que ha vivido. 

Pero también dejamos algo más. Como todas las velas que se apagan y dejan en el aire ese hilo de humo, ese último aliento, nosotros también dejamos algo en los que se quedan aquí. Recordando una frase de Lluís Claret, refiriéndose a la música de Bach: "Nuestro sonido, nuestra voz, es también el testimonio de todas las personas que hemos admirado y querido, que nos han enseñado e influenciado".


Vivid la vida, no dejéis para mañana eso que tenéis en la cabeza, animaos a correr esa carrera que siempre habéis soñado, no tengáis miedo. Respirad, amad, sentíos cerca de la naturaleza,… VIVID. Porque lo peor que nos puede pasar en nuestro lecho de muerte es sentir que no hemos vivido.  

Bienvenido Ander,
Hasta siempre, Isidoro.





Os pido disculpas si las ideas del blog no están ordenadas. Las he escrito tal cual me venían a la cabeza, como las siento en este momento.

 

4 comentarios: