domingo, 24 de febrero de 2013

PARANOIA

Hace 3.2 millones de años, Lucy no tuvo mejor idea que ponerse de pie para ojear el entorno. Le gustó la sensación de separarse del suelo, de despegar las manos del suelo de la sabana africana. Se dio cuenta que, en esta forma bípeda, podía controlar el acercamiento de sus diferentes enemigos. Lucy se atrevió a dar el primer paso… y nuestro cuerpo es, en parte, fruto de aquella acción. La conversión a bípedos supuso una evolución importante a varios niveles, uno de ellos fue la posibilidad de explorar el entorno desde una perspectiva diferente. Las manos no eran ya esclavas del suelo y esa libertad le permitió manipular cosas. Pero el ser bípedos también tiene sus pegas. Cuatro patas/manos son más rápidas que dos, es decir, nos convertimos en unos seres menos rápidos y menos dotados para recorrer largas distancias. 


Hace 100.000 años, un pequeño grupo de hombres y mujeres abandonó África en busca de alimento. Una glaciación estuvo a punto de acabar con la humanidad. Sólo unos centenares sobrevivieron, cobijados en cuevas de la costa sudafricana. Se alimentaban de tubérculos y productos del mar. Abandonaron África y emprendieron viaje hacia el sudeste asiático. Sorprendentemente, una de las primeras zonas que poblaron fue Australia. En aquella época el nivel del mar estaba muy bajo y sólo 250 kms de agua separaban Asia de Australia. Continúa siendo un misterio cómo lograron cruzar, pero es un hecho que lo hicieron. A alguien se le tuvo que ocurrir la idea de explorar nuevas tierras, de lanzarse a lo desconocido en busca de alimento. Un viaje con final incierto. Una aventura con mayúsculas. Pero el Homo Sapiens, nosotros, decidimos dar aquel paso… 





Pequeñas acciones junto con decisiones arriesgadas marcan la historia del ser humano. No exentos del peligro de la extinción, hemos sido capaces de tirar para adelante gracias a nuestro ingenio, creatividad e imaginación. 100.000 años de viaje dan para mucho. Cuando la naturaleza repartió las cartas entre todos los animales de la Tierra, a nosotros nos tocó las relacionadas con el cerebro. Este cerebro iba a ser complementado con un cuerpo con capacidades físicas mediocres (comparadas con otros seres vivos) y acompañada de una maquinaria aceptable (también comparada con otros animales). A otros les tocaron otras cartas, cartas de fuerza, de resistencia, de velocidad, alas, mimetismo,… y con las cartas repartidas, ¡a jugar y hagan ustedes lo que puedan! 

Desde entonces, hasta nuestra historia moderna, el ser humano ha tenido infinidad de ocasiones para demostrar su talento y otras tantas ocasiones para demostrar su falta de juicio. Capaz de pisar otros planetas e incapaz de cuidar el propio. ¿Demasiado poder para una especie? 

¿Hay algo de Lucy o de ese pequeño grupo de Homo Sapiens que aún perdure en nosotros? ¿Sigue teniendo el ser humano la capacidad de abrir caminos, de buscar soluciones? ¿Es posible que lo que lleve al ser humano a la extinción no sea el cambio climático sino el confort? ¿Tenemos hambre por encontrar o ya lo tenemos todo? y la última pregunta: ¿Por qué corremos largas distancias si realmente no lo necesitamos ni estamos preparados para ello?

Ya no necesitamos perseguir a los mamuts. No tenemos motivos para correr grandes distancias en busca de comida, ni tenemos que volver rápidamente con la captura para repartirla en el grupo. La nevera ha acabado con todo eso. ¿Habrán sido la nevera y la tele los inventos más perjudiciales para el ser humano? Antes el movimiento, la carrera, la marcha, la persecución eran acciones inherentes al ser humano pero hoy en día, dichas acciones las debemos buscar o forzar. El sedentarismo nos está matando. El confort no está matando.




Bueno… me voy a cenar con la duda de si este post merece la pena ser publicado. Tengo mis dudas. No sé ni lo que quiero decir… pero ahí va. 

Antes cogeré un yogur de la nevera…


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