domingo, 5 de agosto de 2012

MEDALLA DE ORO AL CORAJE

Dejadme que os de a conocer una historia.

En ocasiones uno se hace eco de historias humanas extraordinarias. Y da gracias por ello. La historia personal de este gimnasta merece la pena ser contada, transmitida. En unas olimpiadas en las que Phelps, Bolt, etc. son las principales atracciones existen deportistas ocultos en el anonimato, lejos de los flashes y de los focos pero no por ello menos inspiradores.

El articulo lo he rescatado del periódico DEIA.  


 

 “… Oksana Chusovitina disputa, a sus 37 años, sus sextos Juegos Olímpicos en una disciplina en la que las veinteañeras son consideradas ya auténticas veteranas y en la que la insultante juventud de las participantes ha levantado no pocas polémicas. Chusovitina se presentó en sociedad en los Mundiales de Indianápolis de 1991 para ganar el oro en suelo y debutó como olímpica en Barcelona'92 firmando el oro por equipos como componente del Equipo Unificado. Desde entonces, salvo lesión, Chusovitina no se ha perdido ninguna gran cita internacional. En Pekín'08 firmó la plata en salto compitiendo ya por Uzbekistán, repitió metal en los Mundiales de Tokio del año pasado y ahora ha anunciado su retirada definitiva a la conclusión de la cita londinense, donde quiere decir adiós desde el podio representando esta vez a Alemania. 

Dos han sido las razones por las cuales Chusovitina ha alargado tanto su carrera deportiva. Es innegable su pasión por la gimnasia, deporte que practica desde los siete años y que le llevó a empezar a defender la bandera de la Unión Soviética desde los trece, pero el principal motivo de su longevidad tiene nombre propio y se llama Alisher, su hijo, superviviente de leucemia linfática aguda. Alisher vino al mundo en 1999, lo que no impidió a Oksana, que por aquel entonces tenía 24 años, regresar a la alta competición poco después del parto. 

Pero la fatalidad no tardó en cruzarse en su camino y en el de su familia. Tres años después, en 2002, Chusovitina y su marido, el luchador de grecorromana Bakhodir Kurbanov, salieron de Tashkent para participar en los Asian Games que se celebraban en Corea del Sur, dejando a Alisher al cuidado de sus abuelos. Cuando partieron, el niño tenía algo de fiebre y todo apuntaba a una gripe, pero cuando Oksana llamó a casa después de completar su participación le dijeron que su hijo se encontraba en el hospital. A su regreso a Tashkent, fue a visitar a Alisher al centro médico y recibió el mazazo: su hijo padecía leucemia. Como la capital uzbeka carecía por aquel entonces de unidades oncológicas, Bakhodir se desplazó a Moscú con su hijo, pero los tratamientos que le ofrecieron costaban, como mínimo, 10.000 dólares, cantidad de la que no disponían, por lo que el horizonte de Alisher se oscurecía por momentos.




El salvador fue entonces cuando Oksana recibió la llamada salvadora de Gert-Peter Brueggermann, profesor de Biomecánica de la Universidad de Colonia y manager del Toyota Gymnastics Team. Ambos se conocieron en 1996 y desde un año después Chusovitina pasaba un par de semanas al año en Alemania entrenando al equipo femenino. Brueggermann, enterado del delicado estado de salud de su hijo, le dijo que viajara a Colonia con muestras de sangre, le puso en contacto con el director del Departamento de Oncología del Hospital Universitario de Colonia y solucionó todo el papeleo para que Alisher pudiera recibir el tratamiento que necesitaba. El pequeño comenzó con sus sesiones de quimioterapia el 25 de octubre de 2002 y acabó el 22 de julio de 2003, un mes después de que su madre ganara el oro en potro en los Mundiales de Anaheim. 

Fueron nueve meses durísimos para la familia, que vivió durante esa época en un hospicio ubicado en el sótano del centro médico. El pequeño Alisher, muy debilitado por el tratamiento y por complicaciones propias de su enfermedad -superó una sepsis y diversas infecciones sanguíneas- estuvo varios meses entre la vida y la muerte, pero finalmente consiguió salir adelante. Oksana apenas se separó de su cama durante todo ese tiempo y encontró en sus entrenamientos y en la alta competición una válvula de escape perfecta.

Cuando Alisher fue dado de alta, la familia tuvo que hacer frente a una factura hospitalaria de 100.000 dólares, a pesar de que los médicos donaron sus servicios. Toyota, el patrocinador del equipo al que entrenaba, se volcó con ella, así como distintos sponsors, la Iglesia Luterana de Colonia y diversos donantes particulares. Para agradecer esa ola de solidaridad que no encontró en su país de origen, Chusovitina decidió defender desde entonces el pabellón alemán en las competiciones internaciones, algo que pudo empezar a hacer en 2006, cuando recibió la nacionalidad germana. Desde entonces, su pasión por la gimnasia y porque su hijo pudiera verla competir han hecho que su carrera se haya alargado mucho más de lo normal. En 2009 anunció su retirada, pero una lesión le impidió participar en el Mundial, por lo que retrasó su adiós. Ahora ha asegurado que Londres pondrá punto final a su dilatada carrera y allí estará aplaudiéndola Alisher, un chaval de 12 años completamente sano que se ha convertido en el primer fan de su madre.”




Gracias Oksana por tu coraje y por ser la inspiración para gente como yo. Porque un corredor de montaña no tiene por qué encontrar necesariamente su inspiración en otro corredor. El coraje no entiende de disciplinas deportivas, es innato al ser humano y por lo tanto cualquier ser humano puede ser inspiración de otro, sea gimnasta, corredor, minero o médico.

Gracias también a la gente como Gert-Peter Brueggermann, por ser ángeles de carne y hueso.



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