
Mucha gente mayor, retrocede en el tiempo a momentos de su infancia o juventud. Hacen un viaje al pasado, a los años felices de sus vidas, donde se sienten a gusto. Dejan el mundo actual y usando su memoria cual máquina del tiempo, retroceden años o décadas atrás. Creen que todavía viven en la calle tal, que tienen que ir a ayudar a sus padres al puerto a cargar el pescado, a ayudar a sus madres en las labores del hogar o que tienen que llamar a fulanito (alguien ya fallecido hace mucho tiempo) para salir a pasear.
- ¡Ha perdido la cabeza! ¡Ha retrocedido a 1940! – solemos decir los que vivimos en el presente.
Puede ser cierto, pero ¿tan malo es dar marcha atrás? ¿Tan malo es volver a esos momentos tan felices de tu vida? A mí no me lo parece. En mi recta final, no me importaría volver al pasado, siempre y cuando ese viaje no sea un problema para los que viven en el presente, mis hijos, mis nietos, mi mujer. Nadie quiere ser un problema para los demás. Pero si no haces daño a nadie, si no molestas, ¿por qué no?
Echar la mirada atrás y poder sonreír debe ser algo maravilloso. Una vida bien vivida es el mejor de los regalos. A pesar de haber sufrido, los recuerdos dolorosos son parte de ese bagaje que llevamos con nosotros. El dolor forma parte de nuestra vida. Por eso me pongo triste cuando compruebo que mi abuelo ha olvidado a mi padre. Aunque haya sido un acción defensiva de su cerebro, yo creo que la pérdida de un ser querido no debe empañar todos los grandes momentos vividos con él/ella. Yo no querría olvidar. Intentaría superar cada día ese dolor, combatiéndolo con todas las experiencia positivas vividas con esa persona. Una guerra entre el dolor y la felicidad.
Echar la mirada atrás y poder sonreír debe ser algo maravilloso. Una vida bien vivida es el mejor de los regalos. A pesar de haber sufrido, los recuerdos dolorosos son parte de ese bagaje que llevamos con nosotros. El dolor forma parte de nuestra vida. Por eso me pongo triste cuando compruebo que mi abuelo ha olvidado a mi padre. Aunque haya sido un acción defensiva de su cerebro, yo creo que la pérdida de un ser querido no debe empañar todos los grandes momentos vividos con él/ella. Yo no querría olvidar. Intentaría superar cada día ese dolor, combatiéndolo con todas las experiencia positivas vividas con esa persona. Una guerra entre el dolor y la felicidad.
Algún día dejaré de correr, dejaré de visitar lugares fantásticos, dejaré de compartir experiencias maravillosas con buenas personas. Llegará el día en que mis piernas digan ¡basta! y mi corazón diga ¡un día más en la montaña, en la naturaleza… aún podemos Julen! Algún día no podré pero aunque sea un día triste, esto no empañará lo vivido. Para ello, intento llenar mi maleta mental con experiencias, con anécdotas únicas, con sentimientos intensos, con imágenes, olores, sonidos, también con algún que otro momento desagradable o frustrante, por qué no, para luego, cuando nos acerquemos al final, poder abrirla y sonreír.
Partiendo de que todo tiene un principio y un fin, todos los que hemos decidido amar algo (la naturaleza, la montaña, el correr,…) o alguien, somos conscientes que con ese amor viene también el dolor. Van de la mano. Si amas, algún día sufrirás. Pero merece la pena.
Quizás hablo demasiado a la ligera, porque no me ha tocado vivir nada parecido a lo que ha vivido mi abuelo. Tan solo pido que el dolor no me ha haga olvidar a mis seres queridos, que mi mente no me juegue una mala pasada. En alguna ocasión he estado tentado en preguntarle directamente sobre mi padre pero en el fondo tengo miedo en confirmar mis sospechas. Ser testigo de su olvido sería doloroso para mí.P.D.: Algún día, quién sabe, le diré a mis nietos, biznietos, a mi mujer o a una enfermera, que yo también solía escribir, cuando era joven, en un ordenador.
- ¡Ya está el abuelo con sus historietas! ¡Qué habrá escrito este hombre en aquellos tiempos y con aquellos ordenadores… ! – se reirán.
Yo mientras tanto, cerraré mis arrugados ojos y soñaré que sigo corriendo por montañas, desiertos, selvas,… Soñando que aún puedo volar.
Quizás hablo demasiado a la ligera, porque no me ha tocado vivir nada parecido a lo que ha vivido mi abuelo. Tan solo pido que el dolor no me ha haga olvidar a mis seres queridos, que mi mente no me juegue una mala pasada. En alguna ocasión he estado tentado en preguntarle directamente sobre mi padre pero en el fondo tengo miedo en confirmar mis sospechas. Ser testigo de su olvido sería doloroso para mí.P.D.: Algún día, quién sabe, le diré a mis nietos, biznietos, a mi mujer o a una enfermera, que yo también solía escribir, cuando era joven, en un ordenador.
- ¡Ya está el abuelo con sus historietas! ¡Qué habrá escrito este hombre en aquellos tiempos y con aquellos ordenadores… ! – se reirán.
Yo mientras tanto, cerraré mis arrugados ojos y soñaré que sigo corriendo por montañas, desiertos, selvas,… Soñando que aún puedo volar.
Un abrazo.
Oso sarrera ona eta ez jata batere luzea egin. Eskerrik asko zure bloga eguneratzearren.
ResponderEliminarOndo segi
Azbarren
Eskerrik asko zuri bloga jarraitzearren.
EliminarBesarkada bat..