miércoles, 15 de julio de 2015

DESHACIENDO LA MALETA


Al final no va a poder ser.

He decidido no correr la Ultra Trail Valls de Aneu (UTVA).

El lunes pasado, en un entrenamiento de regeneración de 9 km., nada más empezar sentí una fuerte tensión en la zona externa de mi gemelo izquierdo. No fue ni un latigazo, ni una pedrada, reflejo de una rotura de fibras… más bien un dolor progresivo que con los metros me impedía pisar adecuadamente y que me llevó a terminar el entrenamiento prácticamente cojeando.

Me preocupé de inmediato. Esta última semana, previa a la carrera de los Pirineos, uno no está para bromas. Es una semana en la que uno no puede permitirse ni un estornudo. En esta semana con poca carga de entrenamientos, más bien una semana de recuperación, de andar tranquilo y dejar al cuerpo que se recupere y descanse… mi cuerpo ha aprovechado para enviarme un mensaje. El mensaje de que parase, que descansase.

No creo que me lesionase el lunes. Creo que la tensión muscular venía desde más atrás... y el lunes se manifestó claramente. Ese entrenamiento no fue ni el único ni el principal culpable.

Desde entonces, ya sabéis, estirar, masaje, descansar, bici estática suave, encomendarse al Todopoderoso… y vuelta a empezar. Tres días a contrarreloj que no han sido suficientes. A pesar de que siento una clara mejoría... se ha quedado en eso, en una mejoría pero no en una recuperación.

El “fisio” me lo ha explicado claramente… “Si das cinco pasos y te molesta el gemelo el veredicto es claro: No estás para correr 16 horas o más por el monte. La carrera larga (92.3 km, 7344 m+) descartada y la corta, el maratón (45 km. 3300 m+) te la juegas… en algún momento de la carrera te aseguro que te va a dar problemas. Puedes terminar cojeando o mucho peor… puedes romperte y se acabó Sudáfrica en octubre, y la temporada. Tú verás…”

Toma ya.

¿Esta sentencia me ha cogido por sorpresa? Sí… y no. Sí, porque albergaba la esperanza de recuperarme y estar en la línea de salida… y no… porque en mi interior sabía que no estaba recuperado. A veces, necesitas que alguien te diga lo que ya sabes, percibes o sientes. Porque dentro de uno hay una lucha. Una lucha entre lo que te dice el cuerpo, lo que analiza la razón y lo que siente el corazón. Tres gigantes que luchan por ver quién gana la batalla de la decisión final. El cuerpo te dice que no está a tope, que necesita descanso. La mente analiza la información y concluye que está claro que no harás la carrera que esperabas, que sufrirás, que los datos dicen que es mejor descansar, piensa en los desniveles, en los kilómetros, en las horas… objetivamente, no conviene correr. 






Pero luego está el corazón. Cuando llevas unos meses preparando algo, con ilusión, con ganas de conocer uno de los tesoros del Pirineo, cuando la gente te habla muy bien de una carrera y quieres compartir kilómetros con otros corredores, con compañeros del equipo… siempre parece que hay una última oportunidad, una esperanza. Pero no ha sido así. Esta vez, ha ganado la razón.

No soy muy disciplinado con el tema de los fisioterapeutas, masajistas… Este es mi punto débil. Me considero una persona seria a la hora de entrenar, de llevar a cabo la planificación. Me cuido en todos los aspectos… menos en el aspecto que os comento. Me acuerdo del fisioterapeuta cuando me duele algo, muchas veces cuando ya es tarde. Y reconozco que es un error. Debería ser más disciplinado en este aspecto, sobre todo para la tralla que me meto.

En fin, que no podré correr la UTVA. Pero acudiré a la carrera. No como corredor pero sí como miembro del equipo Haglofs. Tampoco descarto, si me permiten, ayudar en lo que pueda. En un avituallamiento o en lo que sea. Quiero participar en el evento y no pasa nada si hay que hacerlo desde el otro lado de la barrera. Ayudando a los corredores, animando.

La pasión por la montaña se puede vivir de muchas maneras. Corriendo, como lo hago habitualmente, u ofreciendo un vaso de agua, una palabra de ánimo o compartiendo unos metros con alguien que lo necesite. Sí, esto también forma parte de los valores de la montaña.

   


 

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