jueves, 31 de diciembre de 2015

CORRIENDO AGOTADOS (II parte). OTROS CASOS...

(Texto original, "Running on Empty" de Meaghen Brown. Outside Magazine. Traducción de Federico Fader · 10 Diciembre, 2015)

Robert Amrine, doctor en medicina deportiva en Missoula, Montana trabaja actualmente con Wolfe y un grupo de atletas que padecen SSE y piensa que algo del frenesí de entrenamiento que causa el desorden es un subproducto de la cultura del Tour de Francia. "Muchos de los ultrarunners crecieron mirando el Tour en la época de Lance, cuando todos creíamos que estaba corriendo limpio", Amrine me dijo en su oficina de Missoula el invierno pasado. "Los convencieron de que tenían que entrenar maniáticamente para ganar, pero es mucho más difícil recuperarse de ese nivel de intensidad cuando uno no está bajo el efecto de doping." 

 Otro de los pacientes de Amrine, Justin Angle, un tímido y delgado corredor patrocinado por Patagonia, que hace dos años luchaba con SSE después de atravesar simultáneamente meses de carreras junto con el estrés máximo de un nuevo trabajo y la llegada de un bebé dijo: “No hay mucha ciencia en qué es lo que funciona y lo que no funciona en el ambiente del ultra”. "Las demandas a la que se someten los corredores año tras año son inauditas”. Nadie reconoce que el peaje está pasando factura, pero las personas insisten y siguen”


 Justin Angle


De hecho, parecería existir un patrón en muchos de los que alcanzan los niveles más altos en el deporte: un aumento sostenido durante dos años que produce PR cada vez mas rápidos y grandes victorias codo a codo en las marquesinas de los eventos de ultrarunning, seguido por una caida repentina.

Si bien algunos se recuperan, otros desaparecen completamente del escenario. En 2008, Kyle Skaggs de 23 años parecía haber surgido de la nada el año antes de dominar las competiciones ultras y batió el record en Hardrock 100 con un tiempo que muchas personas pensaron que nunca podría ser alcanzado. Después de esa temporada no volvió a correr nunca más. En cambio, se mudó a Nuevo México para instalar una granja orgánica.




Kyle Skaggs


Skaggs no publicó los motivos por los cuales se alejó, pero se supo que había sufrido un caso serio de SSE. "Empezó con lo que yo creía una infección muy severa de garganta pero de repente se convirtió en el peor insomnio de mi vida", Skaggs me dijo. Después de Hardrock, solo se tomó un día, y luego comenzó a entrenarse para una maratón. “Una carrera estúpidamente dura” afirmó, "y los síntomas se volvieron cada vez peor." Después de un mes, Skaggs se dio cuenta que debía detenerse. "Leí el libro de Noakes. Y en ese momento me di cuenta que había sido sobre entrenamiento."


El declive de Wolfe fue idéntico a este modelo. Alcanzó el máximo en 2011 con su victoria de Campeonato de North Face, cuando participaba en los ultrarunning mientras ejercía como abogado, luego comenzó a experimentar los síntomas de SSE en la siguiente temporada. Mirando atrás, Wolfe reconoce que estaba recorriendo demasiadas millas, involucrado en una batalla tenaz para mejorar. Pero el enfoque tenía sentido. Esa carga de entrenamiento masiva lo había transformado en uno de los mejores corredores del país.

Hasta que dejó de serlo. Al final del frustrante verano de 2012, la esposa de Wolfe, Stéphanie que era médica, le sugirió que se realizara un análisis de sangre. Wolfe concertó una cita.

Cuando un ultrarunner altamente entrenado entra al consultorio de un doctor y dice, "no me siento bien", la mayoría de los médicos no están capacitados para tratar con el problema central. Muy pocos han observado el SSE alguna vez. Pueden examinar al paciente, realizar algunas pruebas y concluir que el paciente está bien. Y en lo que respecta a la salud básica, la mayoría lo está, al menos cuando se los compara con una línea de base de los americanos saludables normales.

Consideremos ahora al ultrarunner de Alaska Geoff Roes. En 2010, Roes se destacó en el deporte, ganando todo desde American River 50 a principios del abril hasta Western States, en donde estableció un nuevo record de carrera. El año siguiente, después de varios meses de entrenamientos flojos, Roes se despertó un día con vértigo. A la semana sentía dolor en todo el cuerpo y entumecimiento en sus extremidades. Se debatía entre una agitación nerviosa, como si hubiera bebido simplemente siete tazas de café y una fatiga tan profunda que apenas podía levantarse del sillón.




 

Geoff Roes


Después de diez días de síntomas agudos, Roes finalmente decidió ver a un doctor. “Estaba convencido de que me dirían que padecía alguna enfermedad severa que iba a matarme", dijo. Durante los siguientes dos años, la vida de Roes se transformó en una serie de salas de espera y pruebas: análisis de sangre, estudios cerebrales, evaluaciones cardíacas. "Padecía fiebres severas y etapas extremas dónde sentía un embotamiento mental que creía que no podría superar y todo se volvería negro", afirmó. Las pruebas no arrojaron ningún diagnóstico definitivo.

Roes no necesariamente habría tenido mejor suerte si hubiera comenzado con un especialista en medicina del deporte. Si bien el conocimiento sobre el SSE ha crecido, el conocimiento sobre la condición no se ha actualizado. Por razones éticas, los investigadores no pueden forzar a atletas hacia un estado se sobre entrenamiento para estudiarlos, así que la mayoría de los datos disponibles sobre el SSE son anecdóticos. No hay ningún acuerdo general en los marcadores que lo definen y eso lo vuelve sumamente difícil de diagnosticar. El resultado incluso es que un doctor como Amrine que está familiarizado con la condición prefiere descartar cualquier otra condición antes de establecer el SSE.

"Nosotros podemos realizar numerosos análisis de sangre y determinar el funcionamiento de las células T y los niveles de cortisol y concluir que no están bien", dice Amrine, "pero nosotros no sabemos ni siquiera que es el [SSE] ni cómo tratarlo exclusivamente. "Se vuelve un diagnóstico muy confuso para decirle a un atleta de alto nivel, que puede o no cobrar para correr, que abandone seis semanas o más cuando usted ni siquiera está seguro que lo que padece es SSE."

La teoría de Nieman es que cuando los atletas entrenan padeciendo una enfermedad como esta, ponen sus sistemas inmunológicos bajo estrés, y eventualmente alcanzan un estado de fatiga post viral creando así las condiciones que producen el SSE. "Ochenta y cinco por ciento de las personas con las que he trabajado que padecen este síndrome o entrenaron o corrieron mientras estaban enfermos", afirmó.

Pero como Kreher señala, muchas personas corrieron mientras estaban enfermos pero los casos de SSE no siempre coinciden con resfríos. Kreher y otros creen que la mente desempeña un papel igualmente importante. Porque el sistema nervioso central influye en el cerebro tanto como la fisiología, especula que el verdadero síndrome de sobre entrenamiento se activa por una combinación de estrés psicológico y físico.

"Ésa es la naturaleza multisistémica de la condición ", Kreher dice. "La interacción entre la mente y el cuerpo es increíblemente influyente." Para terminar una carrera de 100 millas se requiere una paliza psicológica, y algunos corredores han descrito un tipo de depresión post carrera. Cuando ellos intentan movilizarse para entrenar para la próxima meta, quizás pegándose por su rendimiento anterior, es ese estrés mental más el agotamiento físico, lo que podría producir el SSE.

Le pregunté a Wolfe si él podía señalar con precisión un momento o un evento específico que podrían haber tenido este tipo de influencia singular. No pudo identificar un momento en particular, pero especuló que años de fatiga mental pudieron haber pasado factura. "Yo creo en la conexión mente-cuerpo", dijo. "Muchas veces me he planteado por mi y por otros que hemos trabajado tan duramente durante tanto tiempo, que en algún punto la mente se rinde antes que el cuerpo y simplemente dice, “Suficiente"

Aunque sus síntomas pueden diferir, todos los corredores con los cuales hablé están convencidos que el SSE había cambiado su relación con el running, a veces significativamente. Ellos habían organizado sus vidas alrededor del deporte, y cuando los doctores les dijeron que el único remedio eficaz era abandonar un tiempo, les obligaron de repente enfrentar la vida sin él. "Estos atletas están muy definidos por sus entrenamientos", dice Kreher "por lo que obligarlos a que descansar les provoca una "crisis de identidad completa”.

Anna Frost, una corredora patrocinada por Salomón, batalló durante un año con el SSE. La recuperación involucró largos períodos de tiempo sin entrenamiento, pero ella también destaca el trabajo mental que realizó. Tal como lo explica, ella debía poner un poco de distancia entre correr y su sentido de ego. "Tenía que recordar las razones por las cuales el running me hizo feliz y dejar de intentar que representara mi identidad completa" afirma. Ella regresó en 2014 y en la actualidad está consiguiendo tiempos de carrera mejores de los que obtenía antes de enfermarse. 





                                                          Anna Frost


Otros aceptan con mucha mayor dificultad las consecuencias de un diagnóstico. Cuando Roes comprendió finalmente que tenía SSE, se pasó un año entero lidiando con él. "Sentía como que me habían quitado algo rico y valioso”. ¿Por qué me esta pasando esta cosa horrible?

La propia experiencia de Skaggs es la evidencia que, por lo menos para algunos atletas, el SSE es un boleto de un solo viaje. Hace más de seis años que se encuentra fuera del deporte, incluso hoy, si corre una carrera larga, los síntomas como palpitaciones o los inconvenientes para dormir, regresan. “Hay muchas cosas ricas y valiosas en la vida", me dijo cuando yo le pregunté si se sentía triste. "Efectivamente, no puedo salir y correr de la misma manera en que lo hice el pasado, pero si hubiera podido, no tendría todo lo que tengo ahora." Todavía, está claro que una parte de él extraña el placer que el running le dio alguna vez. "Simplemente es así, solo porque corrí primero, quizá se siente como una pérdida”, dice. "Pero no debemos pensar constantemente sobre lo que ya no podemos hacer mas".

Para Wolfe, el descanso lejos del ultrarunning ha sido difícil de cumplir. Desde 2012, ha descansado y ha corrido con diversos grados de frecuencia, esperando haberse recuperado, pero nunca recuperó del todo su alto nivel. "Legué al punto en el cual un descanso de dos semana no servía absolutamente para nada", me dijo el verano pasado.“Incluso un descanso de cuatro semanas no hacía nada". Incluso entonces no estaba dispuesto a abandonar. Pero después, una cirugía mayor de tobillo le obligó a tomarse un extenso descanso por unos meses.

Cuando encontré nuevamente a Wolfe en diciembre, todavía utilizaba muletas. Estaba considerando regresar a la pista en el verano. "Mi meta a largo plazo nunca fue hacer esto para siempre", dice, "pero me gustarían tres o cuatro años más de buenas carreras."

El hecho de alejarse del running, forzó a Wolfe a darse cuenta lo que el deporte que había definido su vida durante casi una década le había hecho. Simplemente quería recuperar la pasión que lo había atraído hacia el running la primera vez, la simple alegría de una larga y agotadora aventura en las montañas. Afirma, "Me di cuenta que cuando estoy hecho polvo físicamente, mi excitación mental y mi pasión por el running disminuyen". "Intenté fuertemente mantener la llama, pero no estaba allí." Encontrarla de nuevo sería indicativo de que estoy completamente recuperado. 




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